Ya se ha editado el número 82 de la revista Celce Magazine.
Esta publicación se realiza trimestalmente por el Club Español
de Coleccionismo Cervecero, y es una de las mejores que se
editan hoy día en la C.E.E. Cuenta con socios repartidos por
los cinco continentes, y cada año salen a la luz cuatro ejemplares
con más de sesenta páginas ilustradas a todo color. Entre sus
páginas encontrarán los coleccionistas de "breweriana" diferentes
motivos y detalles curiosos que abundarán en sus conocimientos
de esta atractiva materia cultural. En la edición de Marzo de 2016
alcanzamos a publicar la 48ª entrega de esta distinguida sección.
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Además de las oportunas recetas de cocina,
cómo maridar con éstas las cervezas
comentadas, incluyen sesenta fichas de otras tantas marcas artesanales; de cada
una de éstas han reproducido su correspondiente rueda organoléptica para
señalar gráficamente las características sensoriales una por una de las marcas
elegidas.
También tiene referencias históricas, desde
los principios del consumo entre las dinastías egipcias, los ingredientes, su
elaboración… y hasta una singular tabla periódica de estilos de cerveza, con 40
cuadros donde detallar los tipos: cervezas de trigo, pale ale, lager y acidas,
relacionando en ésta sus diferentes estilos, más otras 6 clasificadas en dicha
tabla como especiales. En suma un ejemplar bien completo, y el añadido al final
de cupones para realizar catas o compras en las micro cervecerías estudiadas.
Y me alegro por ellos, pues he disfrutado
bien de este volumen de poco más de 120 páginas, donde el autor ha recogido
veinticinco relatos personales. Su contenido es variado, ameno, pues nos
introduce entre sus amistades, tiempos de juventud, o de madurez, salpimentado
con canciones tabernarias que yo no conocía. De entre todos, he disfrutado de
los esquiladores polacos; combinando la esquila imparable al ritmo de un
botellín de cerveza entre oveja y oveja. También con el relato dedicado al
Mulhacén, O más en particular todavía el que dedica a dos maestros cerveceros,
conocidos y apreciados por muchos de mis lectores: Boris de Mesones y David
Castro. Enhorabuena.

A mi entender, no es un libro de fácil
lectura por tratarse de un relato tan negro en su humor, como gamberro en sus
formas cuando un posible asesino quiere terminar con diferentes periodistas de
la tele basura. A éstos se les reconoce fácilmente por el sencillo truco de
cambiar su nombre real, actual, a otros de ficción. Las sospechas van a recaer
en un supuesto hermano menor de Dios, Diosito, treintañero para más señas; un
freak que tuvo su momento de fama, por querer ser más famoso que el propio Dios
y fue ridiculizado por aquellos periodistas ante las cámaras.
En su trama el autor añade otro personaje que
cree en la inocencia del protagonista, y lo busca por las calles de Madrid antes
de que unos policías corruptos lo encuentren y acaben con él; le ayuda un
policía romántico, enamorado de una prostituta virgen y un detective contratado
por el Vaticano. Como bien dicen críticas más especializadas, el lector se
encontrará con una serie de personajes como si salieran de un estrafalario y
remozado dogma contenido en supuestas sagradas escrituras, como si en éstas se
tuviera más en cuenta a la cerveza, en el intento de sustituir con una burla la
propia oración. Difícil tema.
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