Asistí ya hace algún tiempo a la
presentación del nuevo logo cervecero, correspondiente a la antigua
marca de S.A. El Águila Fábrica de Cervezas. Dicha entidad fue
comprada por la multinacional Heineken, sentando su base en la
fábrica de San Sebastián de los Reyes (Madrid) Se introdujo en
España la cerveza estilo Amstel, recordando al río que pasa por Amsterdam y en 10 años la marca Águila desapareció del mapa.
Tras
esos años de reposo, los propietarios de la marca fabrican y
embotellan un estilo de cerveza poco explotado, comercialmente, hasta
ahora. Han creado un envase de vidrio, distinto a la clásica botella
de tercio porque así se distingue fácilmente entre el tipo de
cerveza habitual que solemos consumir, de esta otra novedosa “sin
filtrar”. Con ello, por supuesto, se despierta la curiosidad entre
los clientes con tal de probar una novedad del fabricante con
prestigio a escala internacional.
Para llegar a este novedoso nivel o
estilo, el fabricante ha enviado su cerveza hacia el envasado,
saltándose una breve parte del proceso: el filtrado que permite
hacer su cerveza clara y transparente para luego almacenarla en su
Bodega de Cerveza Brillante. Desde ahí, a demanda del Embotellado,
se envía esa cerveza brillante para que sea envasada en botellas,
latas o barriles. Antes de superar la línea de envasado, tanto las
botellas como las latas han de superar el pasteurizado; en los
barriles se hace lo mismo pero mediante un sistema “flahs”, lo
que hace recomendar un consumo rápido del barril mediante los
dispensadores que solemos llamar “grifos”. Latas y botellas,
salen de fábrica con la garantía indicada en el “consumir antes
de...” donde generalmente tiene un período garantizado de un año
la cerveza en buenas condiciones.
¿La cerveza sin filtrar lo mismo?,
pues no. Este novedoso estilo de cerveza requiere un consumo breve en
el tiempo desde que sale de fábrica. Al evitar su filtrado, se hace
posible que la cerveza mantenga unas propiedades nutrientes que le
han sido eliminadas a la “cerveza brillante”: exceso de
partículas, la levadura y la grasa restante. El filtrado elimina
características positivas que contribuyen al aroma y al sabor; la
cerveza sin filtrar las mantiene porque no le han eliminado los
sólidos como moléculas más grandes, tal como pueden ser los
aceites del lúpulo y las proteínas solubles.
A
la cerveza sin filtrar, los más entendidos la suelen denominar:
cerveza viva, porque no ha sido pasteurizada y viene de la fábrica
sin sufrir ese tratamiento intenso y perjudical al nuevo estilo
rebosante de un sabor y aroma distintos a una cerveza habitual. Esto
ha prendido entre los clientes. Además, el fabricante aconseja que
este novedoso estilo de cerveza, en España, se ha de transportar en
unas condiciones óptimas con tal de no moverse mucho latas y
botellas dentro sus bandejas o cajas de plástico.
Igualmente
en casa del consumidor, la cerveza sin filtrar estará enfriándose
junto las demás en la misma nevera. Pero al servirse en la mesa,
mediante copa, vaso o jarra, deberá hacerse con sumo cuidando para
no agitarla mucho. Cuanto menos se agite la botella, o el mismo vaso,
permitirá que no cambie el aspecto de la cerveza que vamos a probar.
Sin embargo, de no observar estas recomendaciones, puede que la
cerveza se vuelva un poco más turbia, porque se remueven los
alimentos que contiene. Pero rica, rica, aseguro a nuestros lectores
que sí lo está. A veces somos muy contrarios a ciertas novedades,
pero en esta oportunidad recomiendo a nuestros lectores la prueben.
Eso sí, como siempre, con moderación. Dos dedos de espuma, dos
dedos de frente. ¡Salud!
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