Acuso recibo al nuevo ejemplar que me envía su directora, Ana Sánchez Álvarez, quien se
supera en cada
nueva edición. Si el anterior era bueno, éste no se queda atrás.
Con el
buen gusto, siempre, de captar la mirada de un posible lector
ante el quiosco nada más ver
la portada. Aunque no seamos curiosos,
la foto que se ha colocado tan sabiamente nos
capta sin remedio.
Dentro, nos espera lo mejor de lo mejor. Enhorabuena.
Sigo con mi manía de viejo lector: el
tacto, el peso de la publicación, el olor a buen papel.
Lógicamente
su gramaje confirma el contenido. Ana, como buena periodista, sigue
agradando a sus lectores merced su Editorial, porque los hace breves
y buenos. Si de bien
nacidos es ser agradecidos, aquí queda
demostrado nada más abrir sus páginas. Un
detalle que no conviene dejar de tener en cuenta.
detalle que no conviene dejar de tener en cuenta.
Entre las casi 60 páginas, el elenco
de colaboradores que nos ilustran, educan, forman y
nos cultivan en
estos dos meses de calor, constituyen
un rol de categoría: profesores,
catedráticos, historiadores,
autores, arquitectos, ponen a mucha altura una publicación de
las
características como ahora tengo entre mis manos. Además, con el
tema relevante de
La Alhambra, se evitan lecciones académicas,
escritos doctorales o estudios técnicos que
pueden resultar costosos
de leer para quienes no somos duchos en tan complejas
materias. Leer,
es sinónimo de enriquecer. Si sencilla es la letra, mejor nos entra.
Como ya he citado en anterior ocasión,
el precio de la revista es acorde para todos los
bolsillos.
Asequible,
cuando hoy por hoy sabemos que los buenos trabajos se pagan.
Aunque,
eso sí, en la Cultura pueda parecer no tanto. Sin embargo, su
directora,
con un
gran trabajo entre páginas y entre tantos días de labor
desde un número hasta el siguiente,
sabe construir este monumento
impreso gracias a una discreta publicidad. ¡Y es que hasta
su
publicidad es muy bonita! Desde luego, la pasión que siente Ana
Sánchez por su capital
imperial, no puede quedar mejor demostrada.
Es
menester una labor de filigrana árabe y
ganchillo andaluz, para que
una publicación tan buena aparezca cada dos meses en los
quioscos. Gracias por la parte que me corresponde.
No me gustaría destacar a un autor, o autora, de entre los demás cuyos trabajos he leído.
quioscos. Gracias por la parte que me corresponde.
No me gustaría destacar a un autor, o autora, de entre los demás cuyos trabajos he leído.
Son buenos,
pero bien buenos, como son de interesantes
sus colaboraciones expuestas.
Les une
cierto arraigo andaluz que
sienten sobre una antigua ciudad capital
del reino
nazarí. Con sus
estudios he aprendido muchísimo, tanto de arte, como de historia,
porque
reflejan que no debemos perder ningún interés en apreciarnos
más, un poco más cada día.
Granada se sostiene porque se sujeta
sobre los pilares de una gran
civilización posterior al
Impero Romano, y todo aquello deberíamos de conservarlo, de
promocionarlo, con el
orgullo y un amor que nos merecemos por nuestra
propia y tan variada identidad. Lo copio
de algún autor, pero cuyo
nombre no recuerdo: “No nos queremos lo suficiente”.
Y aquí se demuestra una buena labor,
mediante los espléndidos
trabajos publicados, las
fotos que nos ilustran sabiamente, según
Ana y sus colaboradores están en esa misión de
querer aún más
cuanto vemos a nuestro alrededor, habitualmente, con toda normalidad.
Yo
que he trabajado desde bien mozo para una empresa andaluza,
corroboro cuando llegaron
a Castilla La Nueva lo mucho que aprendí
de ellos. De Andalucía partieron unos cuantos
emprendedores,
circunnavegaron
el
mundo, y después de quinientos años me parece no lo
hemos celebrado
como merecían. Muchos desconocíamos el acertado deseo de nuestros
Reyes Católicos, de descansar para siempre en el corazón de
Granada. Y el por qué dicho