No llevaba yo la cuenta de tantas exposiciones celebradas, pero me acuerdo muy bien de
cuanto supuso una de sus ediciones en Ciudad Rodrigo, por el año 2006. Sí
recuerdo aquellos reportajes de prensa citando las conversaciones iniciales entre el escritor
José Jiménez Lozano, y el sacerdote José Eugenio Velicia Berzosa (1931-1997), ambos
castellanos de pura cepa; reunidos junto al brasero, en torno a una mesa camilla que
decíamos antaño, apuntaron cómo necesitaba Castilla y León darse a conocer entre tantos
tesoros artísticos desperdigados por Catedrales, Iglesias, Monasterios, o sencillos
conventos de clausura.
revivir aquellos bonitos recuerdos de dos intelectuales batallando hasta convencer a todas
las autoridades de Castilla y León, eclesiásticas o políticas, porque una manifestación así,
“Las Edades del Hombre”, suponía realizar gran cantidad de trabajo en restauración, para
dar a conocer muchas obras invisibles -como se dice ahora- que languidecían desde hacía
siglos en un injustificado olvido. Seguramente que sus promotores ni tan siquiera podían
imaginar que llegaría su sueño y cultos ideales, hasta donde han llegado hoy día.
Viajamos un par de días a los campos de Burgos, no sin cierta triste impresión al observar
cómo Castilla La Vieja se despuebla. El moderno bus corre veloz por la autovía, mientras
que a su lado se ven ruinas modernas, negocios abandonados, campos que cada vez van
a menos, con la excepción del crecimiento visto en Aranda de Duero. Pero como pasa
desde nuestros tiempos modernos, la concentración tiene esas consecuencias: mucho en
algún punto, y en el resto nada. De ahí que la castellanía tan añorada por mí, no se
manifieste ni influya en este gran país cuya virtud lingüística, el castellano, se hizo universal
cuando decimos hablar en español muchos millones de personas.
En Lerma fuimos acogidos por una familia burgalesa, para de su mano recorrer las distintas
En Lerma fuimos acogidos por una familia burgalesa, para de su mano recorrer las distintas
sedes donde se celebra esta 24ª edición de “La Edades”. Con ellos visitamos tres sedes:
Ermita de Nuestra Señora de la Piedad, Iglesia de San Pedro, y el Monasterio de la
Ascensión de Nuestro Señor. Entre tantas obras expuestas, pudimos disfrutar del óleo
procedente de Ciudad Rodrigo: “San Miguel Arcángel”, del Museo Diocesano en la vieja
ciudad mitrada y propiedad del Seminario civitatense. El profesor Luis Javier Calvo Angulo
es licenciado en Historia, y como tal nos hizo disfrutar de sus grandes conocimientos entre
los tesoros del arte sacro que hemos tenido oportunidad de admirar en la Villa fundada por
el Duque de Lerma, cuando era valido de Felipe III. También dada la amabilidad de nuestra
amistad, nos llevó junto a su familia hasta la cercana Covarrubias, un oasis de verdor, agua
y tranquilidad, cerca de Lerma, pero cuando llegamos estaban cerrando la Colegiata hasta
donde se extiende mi comentada exposición de arte sacro. Nos habíamos dilatado en la
sobremesa, según nos recibieron, en la cercana Quintanilla de la Mata, nuestros
anfitriones y sus familiares muy queridos.
Siempre recomendaré un tipo visita como les comento, muy breve dada la premura de
Siempre recomendaré un tipo visita como les comento, muy breve dada la premura de
tiempo que llevamos, pues me parece se hace uno solidario con estos tesoros que serían
motivo de exposiciones mundiales si alguna de nuestras vecinas potencias europeas
tuvieran algo semejante. De un viajero, con quien coincidimos en la estación lermense de
autobuses, oí que ya se repetían mucho las obras expuestas, sus procedencias; aparte de
estas modestas críticas, no le oí mencionar cómo se han restaurado los templos, sus
distintos edificios, por cuyo lustre merece pagar el importe de una modesta entrada con tal
de ver o admirar una restauración tan integral como hemos tenido oportunidad observar
durante más de veinte años en distintas sedes donde se han celebrado “Las Edades”.
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