sábado, 8 de agosto de 2009

17ª entrega - CELCE Magazine Nº 48 Septiembre 2007

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Lamento no haber obtenido respuesta de una editorial como es Planeta DeAgostini, cuando he requerido por diversos medios cierta información complementaria a este hallazgo que deseo comentar con mis socios. Y la novedad no es para menos, pues he de felicitar a dicha editorial en su iniciativa de poner a nuestro alcance –con un trabajo bien realizado en cuanto a traducción e impresión- publicaciones propias de un país cervecero como es Bélgica.

El cómic es un tipo de lectura que, desde hace años, está experimentando su merecido crecimiento no sólo entre lectores infantiles sino asociado a un segmento definido de lectores adultos. Me apunto en este último grupo, pues no hay nada como acercarse por las grandes librerías y advertir, curiosamente, que ya una buena parte de sus anaqueles se dedican a esta modalidad de literatura ilustrada.

LOS MAESTROS CERVECEROS es una serie de cuatro publicaciones, de las cuales yo me he podido hacer con los tres primeros números en español. Me queda por conseguir el cuarto volumen, y si alguno de nuestros amigos tiene oportunidad de visitar el Benelux sepa que allí ya van por el número ocho; más un ejemplar integral de toda la colección publicado en junio de 2003. Esta historia novelada, dado su interés en los países de habla francófona, se ha llevado incluso al cine; concretamente dos telefilmes: “Los Steenfort” Maestros Cerveceros, en abril de 2001, y “El destino de los Steenfort” se proyectó en cuatro capítulos para televisión a finales de diciembre de 2001.

El primer ejemplar desarrolla su trama entre los años 1854 y 1886, situando la escena inicial en una abadía de Las Ardenas; aquí conviene destacar, para quienes venimos laborando en el sector cervecero, lo bien que han desarrollado su guión original un autor como es Jean Van Hamme nacido en Bruselas, año 1939, y un dibujante tan realista como es Francis Vallès (Saint-Chély d'Apcher. Francia. 1959) por cuanto me refiero a instalaciones industriales, tanto desde los inicios en una abadía como hasta nuestros días.

El segundo ejemplar comprende desde 1917 a 1932 siendo éstos como los demás autoconcluyentes en sus relatos, pero al mismo tiempo relacionados unos con otros. De esta forma el hilo conductor del cómic guía al lector por un apasionado relato donde, como la vida misma, intervienen las glorias y miserias de toda condición humana que se precie; incluyendo guerras que asolaron Europa, y todas sus consecuencias para el mantenimiento de una industria tan curiosa e interesante como es el fabricar cerveza.

Mi último ejemplar, el tercero, relata la historia de sus protagonistas entre los años 1950 y 1973. Aquí, además de resurgimiento de la industria en Europa tras la II Guerra Mundial, se llega a los tiempos donde la globalización -tan de moda en nuestros días- ya era norma habitual para comprar diferentes fábricas; familiares, de pequeña producción y escaso rendimiento, con tal de formar grupos empresariales de proyección internacional.

De verdad que he disfrutado con esta lectura, de venturas y desventuras. En especial porque rompe la sempiterna clasificación que se hace al colocar los temas cerveceros entre libros de cocina y recetas gastronómicas. El cómic pisa con fuerza en nuestros días, y si me lo permiten nos vuelve al origen de nuestras primeras lecturas; aquellas de niños de posguerra que se deleitaban con el TBO, Tiovivo, Pulgarcito, y otras que no tienen ninguna relación con estos ejemplares comentados. Pero, porque siempre hay un pero, fue el germen de iniciación para la lectura en una infancia muy determinada.

Una vez más, tal como sucedió con la llegada de los cerveceros a España merced Carlos V de Alemania y I de España, nos viene este tipo de publicaciones originales de la mano de Jacques Glénat, Grupo Editor Glénat, con sedes en el Benelux, Suiza y España. Mi enhorabuena para ambas editoriales, pues gracias a su equipo de profesionales –artistas técnicos, traductores, rotuladores- nos permiten disfrutar de estas historias de ficción, cuyos personajes, gracias al cómic, podemos ver en forma de seres humanos y leer sus pensamientos o comentarios en un determinado paisaje.
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