jueves, 10 de diciembre de 2015

47ª entrega - CELCE Magazine · Nº 81 · Diciembre 2015



 

En diciembre de 2014, hice mención a la primera obra del autor Julio Muñoz Gijón. 
El título me resultaba chocante, cuando lo recibí desde Sevilla: El asesino de la regañá.
Durante el año transcurrido, hasta el presente número de Celce Magazine, la misma
editorial Almuzara le ha publicado tres novelas más, siguiendo el hilo de la primera:
cierta intriga policiaca, el buen humor, y la rica cerveza que se elabora en Andalucía.
El siguiente que he recibido, se titula: El crimen del palodú, y fue editado en octubre
de 2013. En total 43 capítulos, de variada extensión o entretenida lectura, para las poco
más de 160 páginas; éstas siguen el mismo estilo del primer libro, respecto a las manchas 
que puede dejar un botellín de cerveza, cuando uno interrumpe su lectura y no quiere el 
lector perder por donde iba. Vuelven a estar activos los dos policías, uno andaluz y otro 
madrileño, que han de reunirse en Sevilla para resolver otro extraño caso, pues los nuevos 
sucesos de intriga tienen a la población hispalense, y más en concreto a los bebedores de 
Cruzcampo, en un puro nerviosismo. Se nota lo andaluz que es el autor, independientemente 
de su juventud, según explica algunas curiosidades de Sevilla, su ciudad natal, pues gracias 
al argumento el lector conoce muchos lugares de esta capital. Y desde luego es original 
utilizar, como arma asesina, una estaca de palodú, por ser un palo dulce que crece por las 
zonas más húmedas del Guadalquivir; como bien dicen las críticas, este detalle es muy 
insólito pues da al libro un toque personal dentro de la narrativa española contemporánea. 
Su trama es divertida, y hará sonreír a sus lectores según se disfruta de cada página; el 
texto es de lectura rápida, ágil, pues no en balde Muñoz Gijón se nota suelto en este tipo de 
literatura detectivesca y el libro se lee sin agobios; siempre los personajes resultan 
divertidos.

 

El tercer ejemplar del mism o autor y la misma editorial, “El Prisionero de Sevilla Este”
se publicó en mayo de 2014. Con algunos capítulos más, 49, pero bien entretenidos sin 
duda, y las manchas del culo de un botellín de cerveza, más grasa de alguna fritura, 
repartidas entre sus casi 200 páginas. Para enganchar al posible lector, el autor nos lleva a 
las catacumbas del Palacio de Congresos, donde una secta purista amenaza a la capital del 
Guadalquivir con un daño doble y definitivo si se compara con los libros anteriores. El autor 
quiere contar con la complicidad del lector, si tal como expresa entre sus líneas: Sevilla es 
una ciudad que vive en la exageración. Esto es el principio de un tipo de bromas y 
chascarrillos, que se van sucediendo unos tras otros. Curioso también resulta que muchas 
de esas frases se han obtenido de twitter’s, y añade los mismos al final del volumen. Su 
género, thriller, cómico, está lleno de situaciones “dramáticas” que a la postre resultan 
efectivas y bien divertidas.
Para finalizar, la cuarta obra que he recibido de este mismo autor: El misterio del perro, 
la mermelada y el cantante, editada en noviembre de 2014, viene con el siguiente subtitulo 
de portada: Temblad modernos, la plaga de los asesinos rancios se extiende. El texto 
ha crecido pasando las 200 páginas repartidas en 57 capítulos. Aquí el autor ha logrado 
aunar dos géneros, según los entendidos, la novela de misterio y la novela de humor. Pero la
acción completamente transcurre en Madrid. Los mismos personajes, Villanueva y Jiménez,  
del Cuerpo Nacional de Policía, entran en una dinámica contra reloj, mientras por el camino  
se enfrentan a complejas situaciones y cuestiones que pueden desquiciar a cualquiera, pero 
 finalmente hacen reír un rato al curioso lector. El lenguaje de sus personajes es sencillo,  
coloquial, como el que se puede oír a diario por cualquier calle de Andalucía.


Las ilustraciones en estos tres libros que he citado, son sencillas, en blanco y negro, tipo  
collage, recortes de periódicos, conteniendo algunas palabras o líneas que el lector acaba
de leer. De esta forma termino, haciendo mención de los críticos que siguen a este
autor:  tienen sus obras una mezcla de humor muy acertada, y el misterio que nos relata 
gusta por  ser entretenido y divertidos en buena medida.
Y para quienes gustan de leer, saboreando al mismo tiempo una rica cerveza en el propio 
botellín, ciertas marcas le resultarán posiblemente familiares. A todos nuestros lectores 
salud y feliz año nuevo.

viernes, 6 de noviembre de 2015

MAHOU 1890-2015 Cervecera más que centenaria.

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Hoy, 6 de noviembre, ha salido a la venta por quioscos de Madrid, la revista Nº 60 que edita
MADRID HISTÓRICO. En la misma he colaborado con un dosier, mediante el cual realicé un
ensayo dedicado a la cervecera madrileña; el mismo comprende unos interesantes apuntes
relativos a la antigua fábrica de Mahou en la calle Amaniel, otro dedicado al Paseo Imperial
y por último la novedosa factoría que tienen en Alovera (Guadalajara)

Si algún lector de fuera de la Comunidad de Madrid desea algún ejemplar, por favor contactar
con la Website de la firma editora: Ediciones La Librería O también dirigiéndose a su distribuidor
habitual según el lugar de residencia.

Otra posibilidad, se puede descargar en PDF previo pago de un módico precio, en la siguiente
dirección: http://www.edicioneslalibreria.es/tienda/
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viernes, 4 de septiembre de 2015

46ª entrega - CELCE Magazine · Nº 80 · Septiembre 2015


Otra vez empiezo mi artículo agradeciendo el recibo de un nuevo ejemplar, para comentar en esta sección que pronto cumplirá los quince años. Coincide el autor de CERVEZA la bebida de la felicidad, Luis García Balcells, en ser miembro de nuestro Club, y por sugerencia suya Editorial Planeta ha tenido a bien enviarme este libro cuya primera edición tuvo lugar en febrero de 2014; mi agradecimiento para ambos por el detalle, y en nombre de los lectores igual.

Ciertamente el diseño de su cubierta atrae al curioso lector, desde los anaqueles de cualquier librería o centro comercial. Entre sus más de doscientas páginas el autor ha planteado su contenido en nueve capítulos más seis breves apartados finales. Es un libro cómodo,  y agradable de consultar. 

Son muchos y variados los temas que el autor nos trae entre sus líneas, con algunas preguntas que el propio lector puede sugerirse, y las mismas son tenidas en cuenta por el autor que las responde con sencillez. Siendo como es el ensayista, empleado en una importante multinacional cervecera establecida en España, demuestra ser conocedor de los diferentes estilos y técnicas para su producción; tanto desde el punto de vista industrial, o en esa otra novedosa parcela como vienen siendo en los últimos tiempos la fabricación artesanal de cerveza por emprendedores que buscan su futuro mediante la competencia, ofreciendo otras calidades y gustos sensoriales micro cerveceros a lo que habitualmente podemos encontrar en la hostelería o el mercado.


Hace un generoso recorrido por cerveceras extranjeras, distinguiendo cuales pueden ser las diez mejores del mundo; también deja oportunos consejos para el aprendizaje a la hora de catar una cerveza, su maridaje con tal de combinar distintos estilos y grados mediante variados alimentos; paso obligado por un recetario a la hora de cocinar con cerveza –sustituyendo ésta en lugar del agua necesaria para la cocción de moluscos y mariscos-, más los diferentes cócteles a elaborar con el líquido rubio de blanca espuma para cuyos combinados escoge once marcas; de entre éstas dos de la marca Cruzcampo, una más firmada por Heineken, y otras importantes que nos llegan mediante los convenios internacionales de importación o exportación.


En enero de 2015 el autor recibió comunicación oficial de la prestigiosa revista francesa 'Gourmand' confirmándole que su libro había sido elegido en la Categoría Best Beer Book como el “Mejor Libro de la cerveza 2014 en España -en castellano-” Desde estas sencillas líneas, nuestra más cordial enhorabuena al autor y su empresa editora. 

SVÊT PIVA & PIVA SVÊTA, este otro ejemplar es un recuerdo de nuestra última visita a Praga. Allí encontramos la gran librería Luxor, y me fijé en esta publicación de la editorial Grada, del año 2013. La traducción del título pudiera ser: La cerveza en el mundo y el mundo de las cervezas, presentado con tapas blandas para contener sus más de cien páginas muy bien ilustradas. Su autor Hasik Tomas ha recopilado una buena información acerca de estilos cerveceros olvidados, que se producen nuevamente por pequeñas cervecerías y microcervecerías para volver al mercado de su país.

  

El auge de las pequeñas fábricas de cerveza en la antigua Checoslovaquia no iba a ser una excepción, y como tal cada vez más se fabrican nuevas marcas, con antiguos procesos, hasta en los propios restaurantes que se permiten disponer de todo lo necesario para hacer su particular marca de cerveza.

El autor ayuda al lector, sin tediosos detalles, para adentrarse en el conocimiento de lo que es una primera cerveza obtenida por fermentación espontánea; o lo que significa: Ale, Pale Ale, Weizen Bock, Lambic, Radler, Abadía, Märzen, Kriek, Frambozen, y otros. E incluso le vemos en el capítulo final metido en faena para fabricar cerveza en casa, mediante los kits necesarios que se venden por firmas especializadas, usando termómetros, densímetros, y el empaste de las materias primas, su cocimiento, filtrado, etcétera; le podemos ver satisfecho, en las páginas 101 y 103, manejando los útiles del fabricante casero de cervezas. Aquí el lector también aprenderá cómo utilizar la cerveza en la cocina, y no sólo a modo de refrescante aperitivo mientras se prepara la comida.

Según el autor, con el siglo XXI se está viviendo un Renacimiento de la cerveza al más puro estilo artesanal, recuperándose recetas olvidadas que hacen posible descubrir un mundo nuevo de sabores, aromas y misteriosos colores entre tantas y variadas clases de cerveza.

         

Destaca a sus paisanos, fabricantes cerveceros particulares e independientes, como verdaderos enamorados hacia el producto final obtenido superando muchos obstáculos, y descartando trucos que les lleven a aumentar sus posibles beneficios a costa de jugarse la calidad de sus cervezas. De esta forma quienes fabrican estos tipos de cerveza, y sus clientes, vuelven a disfrutar con el sentido del gusto ante experiencias con cervezas auténticas, tal como disfrutaban antes las personas lejos de cierta deshumanización que nos ha traído la globalización.

Nos explica también que todas las cervezas referidas en el libro, se pueden comprar actualmente en su país. No es que estén precisamente todas disponibles, pero sí se pueden encontrar en algunos supermercados, o restaurantes, una amplia selección de ellas. Libros como éste se han escrito muchos en le República Checa, y todos los años se publican extensas obras y enciclopedias, e incluso guías regionales indicando sus cerveceras locales.


Cuando vuelvo a abrir este ejemplar, y repaso tantas fotos como tiene, recuerdo alguna de las cervezas que probamos, pivo según dicen allí. Me hubiera gustado visitar  las cervecerías recomendadas en el libro y me viene a la memoria sus grandes campos de cultivo del lúpulo, según cruzamos hacia la frontera con Alemania, en busca de ese rincón tan especial llamado Karlovy Vary. Y allí, en un alto rincón entre sus generosos bosques, pudimos descansar en el restaurante Malé Versailles, degustando una clásica Pilsner Urquell de producción industrial… a la salud de mis lectores.
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jueves, 11 de junio de 2015

45ª entrega - CELCE Magazine · Nº 79 · Junio 2015


En los años que llevo adelante esta sección, nunca había recibido, desde lugares distintos, dos publicaciones que se complementan y me llenan de curiosidad. Hace meses que recibí desde Murcia, donde reside un oriundo burgalés y socio de nuestro Club -colaborador también en esta revista- la tesis doctoral titulada: LOS ORÍGENES Y LA IMPLANTACIÓN DE LA INDUSTRIA CERVECERA EN ESPAÑA, SIGLO XVI – 1913 del doctorando Xabier García Barber, y que éste tuvo a bien defender un 20 de diciembre de 2013, ante los catedráticos de la Facultad de Economía y Empresa, Departamento de Historia e Instituciones Económicas, de la Universidad de Barcelona. 



Posteriormente, en una grata reunión entre socios de Celce residentes en Madrid, otro socio y colaborador en Celce Magazine, tuvo a bien regalarme el ejemplar titulado LA CERVEZA EN ESPAÑA. Orígenes e implantación de la industria cervecera en España, editado por LID en noviembre de 2014, y resultando ser su autor el ya doctor Xavier García Barber.
Como puede suponer el buen lector de nuestra revista, de aquellas primeras 500 páginas que recibí impresas en forma de tesis su autor ha logrado la publicación de 260 páginas, en formato de libro extraordinario. Desde estas primeras líneas, mis felicitaciones al autor, y a la Editorial LID de cuya empresa conozco otra publicación relativa a nuestra cerveza; con este ejemplar citado, amplían su interesante colección de historia empresarial.
Y si digo nuestra cerveza, lo digo alto y claro porque a la postre tenemos grandes lagunas, sin demasiada formación e información hacia nuestras propias marcas. Viene bien estos dos ejemplares que tengo junto al teclado, la tesis y el libro citado, con tal de habilitar un camino preciso que nos lleve a ampliar más nuestros conocimientos, de nuestra propia historia industrial, y de entre ésta a nuestras marcas de cerveza. 




 
Después de este preámbulo, según va uno entrando en materia, se observa que entre defender convincentemente una tesis, y la publicación de un libro basado en dicho estudio académico, hay todo un año de diferencia durante el cual se ha desarrollado un buen interés por parte del autor y la Editorial LID. Partiendo de ese mutuo interés, se hace llegar al gran público un trabajo de calidad, que trata de lo nuestro, respecto a las empresas cerveceras en un período industrial; son casi cuatrocientos años de historia de España, de los cuales, sinceramente, ahora sí se ha realizado un estudio en profundidad de una determinada industria, pero visto desde un ángulo de investigación e universitario al mismo tiempo.
Y en estas cuestiones, de estudio, de la Universidad, con sus alumnos y profesores investigando sobre nuestras empresas cerveceras, no estamos a la altura de otros países europeos. Bienvenida sea tan ardua tarea, que paso a comentar a nuestros lectores.
LA CERVEZA EN ESPAÑA se ha diseñado con una atractiva portada de moderno trazo. Diferentes tipos anónimos de botellas, vestidas con antiguas etiquetas de lujo a todo color; las mismas pertenecen a la colección particular de nuestro presidente en el Club Celce, Enrique Solaesa, quien las cedió como hace siempre a la hora en que un investigador se pone en contacto con él, con nuestro Club. Valga este detalle para confirmar, una vez más, al coleccionismo cervecero como una herramienta útil para la investigación y estudio de nuestras cervezas, e incluso de famosas marcas extranjeras. 



Los antecedentes sobre la calidad de este trabajo universitario, impreso en forma de libro, llegan al lector de la mano del director general de Cerveceros de España, nuestro estimado Jacobo Olalla. En su prólogo reconoce que este volumen viene a llenar un vacío en la investigación académica, en torno al sector agroalimentario. Los más de 32 millones de hectólitros de cerveza producidos en 2013, hizo en nuestra industria cervecera la posibilidad de que un español sea el responsable de la Asociación de Cerveceros de Europa desde 2012. También destaca el paralelismo con la actualidad, como es la exportación de cerveza, en las últimas décadas del siglo XVIII, gracias a la  promulgación del Reglamento de libre comercio con las Indias de 1778, detalles éstos que evidencian a nuestro país como pionero en la elaboración y comercio de la cerveza. Gracias a este progreso, si en el siglo XIX la cerveza era una bebida para clases con mayor poder adquisitivo, en los primeros años del XXI se ha convertido en una bebida universal por excelencia.
Las 260 páginas que contiene este libro, se han distribuido por su autor en cuatro partes. En la  primera incluye una breve historia de la cerveza, con un solo capítulo que estudia sus orígenes y la llegada del frío industrial en su fabricación; aquí se cita como el Ochocientos, el siglo de oro de la cerveza, en concreto la segunda mitad del siglo XIX, por los descubrimientos científicos obtenidos y tantas innovaciones tecnológicas que modificaron la industria cervecera hasta nuestra propia actualidad.
La segunda parte se basa en dos capítulos: la evolución de la cerveza en España entre los siglos XVI y XVIII, más un buen tratado que pone en conocimiento de lo que fue la industria cervecera santanderina, en razón del mercado que tuvo con los territorios españoles de Indias. La tercera parte nos viene a explicar cómo era la cerveza de alta fermentación, entre 1815 y 1870; en ese mismo período, varios apartados nos explican la demanda de cerveza y su papel institucional. 



En su cuarta parte, en el primer capítulo, entramos a conocer la cerveza de baja fermentación, en un período comprendido entre 1870 y 1913, cuya fabricación se adelantaba en Barcelona al incorporarse el frío industrial para fermentar el mosto resultante de un buen cocimiento. En el siguiente capítulo se entra a estudiar la difusión por el resto de España, según crecía la producción cervecera gracias a las nuevas empresas y la fermentación a baja temperatura: Madrid, Andalucía, País Vasco, Asturias, Cantabria, Aragón, Galicia, la Comunidad Valenciana y Navarra. Interesante capítulo éste, donde se confirma la dependencia tecnológica del exterior, especialmente de Alemania, y la competencia dentro del territorio peninsular que con los años se ha reducido a unos pocos grupos importantes.
En esta última parte, otro capítulo bien atractivo se desarrolla estudiando la demanda que había de cerveza, y el papel institucional desde niveles gubernamentales, en el período comprendido entre los años 1870 a 1913. Viene bien para conocer el auge de las cerveceras en ese tiempo; cómo recibieron protección del Gobierno, su regulación, fiscalidad, el comercio de la misma hacia el exterior, llegando a cuanto han supuesto nuestras cervezas en el contexto internacional.
El autor, merced a su concienzudo estudio, nos explica cómo eran las primeras cervecerías cuyos productos se obtenían por alta fermentación; detalla con curiosidad el trabajo que se hacía en las abadías de Europa, señalando como la más antigua del mundo a San Sixto, en Westvleteren, Bélgica, del siglo XVI, donde los monjes trapistas, desde 1946 producen las mismas cinco mil cajas al mes... a pesar de que tienen una demanda mundial enorme.
Particularmente me ha gustado mucho ahondar en las razones que vinieron a fundar en Santander, dado su constante comercio con las Indias, una importante fábrica de cervezas. Todo partiendo de un reinado borbónico, tan próspero como pudo aquel buen Carlos III; no en balde la promulgación de leyes reales que daban protección al negocio con las posesiones de ultramar, potenciaron la actividad. Así fue posible que los comerciantes santanderinos se decidieran por levantar una cervecera, enviando a algunos de sus trabajadores a Inglaterra para aprender cuanto estaba relacionado con su elaboración; sus primeros cocimientos estuvieran dirigidos por maestros cerveceros ingleses.
El libro, viniendo como viene de un estudio académico, tiene pocas ilustraciones; y si las hay, son sencillas,  atractivas, pero sin color. En la página 125 se exponen perfectamente detalladas, las veinte imágenes de etiquetas cedidas por Enrique Solaesa, según fueron utilizadas por los cerveceros españoles hacia finales del siglo XIX. Por supuesto el material gráfico más abundante son cuadros y tablas comparativas, donde las cifras nos hablan de la evolución de los precios, impuestos, capital social de las compañías, solicitud de marcas, producción de cervezas y su comparación con la producción de vino, precios, tarifas, importación, número de fábricas de cerveza y el consumo per cápita de cerveza; datos expresados hasta la primera década del siglo XX, y referidos tanto a España como a nuestro entorno europeo. 





Y como todo buen trabajo que se precie, al final unas breves conclusiones para ayudarnos a asimilar mucho mejor todo lo anteriormente tratado. Por ejemplo, el consumo de cerveza es propiciado por el Gobierno, con la llegada al trono de la Corte de los Austrias, que se convertiría en su principal cliente, y más en Madrid, durante el siglo XVI; a finales del XVIII sería importante la fabricación en Santander, con un mercado colonial en exclusiva.
En el XIX, en sus primeros setenta años, destaca la aparición de maestros cerveceros alemanes, aportando capital y conocimientos técnicos. En su segunda mitad, la fiscalidad ampara la industria cervecera, mediante el impuesto de consumos, con tarifas más inferiores a las aplicadas sobre el vino.
Éste se vio perjudicado por la filoxera que nos llegó desde Francia, lo que permitió aumentar la producción y calidad de la cerveza, reducir su precio mediante grandes inversiones y la posibilidad emplear el frío industrial para producir cervezas de baja fermentación.
De esta forma la cerveza llegó a convertirse en una de las primeras industrias del sector alimentario español, pues desarrolló un proceso productivo tecnológicamente avanzado y fuera de los rasgos artesanales que caracterizaban en gran medida el sector secundario en nuestra península. Estos desarrollos se centraban, principalmente, entre Madrid y Barcelona; para evitar que el asociacionismo regional consolidara más a unas cerveceras que otras, en 1922 se fundó la Asociación de Fabricantes de Cerveza de España y con ésta se creó un convenio que estuvo vigente durante buena parte del pasado siglo. Dicha asociación interesó a las grandes cerveceras para concertar, entre otros matices, el reparto de zonas de ventas y los precios pactados para la venta de nuestras cervezas.
No obstante, el autor declara que queda pendiente un gran trabajo, sobre esta materia, con tal de buscar nuevas fuentes referidas al siglo XIX que permitan recopilar más datos, y por tanto mejorar su obra; cifras que describan con mayor precisión las tendencias de la producción española, y nuestro consumo de cerveza durante el período investigado. Es un buen planteamiento, o reto. 






Concluye este libro nada menos con cinco anexos; en ellos nos relaciona numerosos autores cuyos estudios sobre la cerveza se datan en el siglo XIX; también trata de las materias primas (década de 1820) con fases del proceso y tipos de cerveza: ligeras, fuertes, resinosas, medicamentosas. Curiosísimos también los detalles relativos a 1917, donde relaciona nuestra producción y cuotas de cada fábrica por ciudades y comunidades autónomas.  En otro anexo, navegando por los archivos de la Oficina de Patentes y Marcas, o el Histórico del Boletín Oficial de la Propiedad Industrial, estudiosos sobre la cerveza,  historiadores y coleccionistas, encontraran quienes solicitaban marcas y nombres comerciales en España, entre 1886 y 1913.
Independientemente de lo anterior, el autor ha llevado a la parte final de su libro más de veinte páginas donde relaciona las correspondientes notas a cada capítulo y anexos publicados en este volumen. Y por supuesto, como buen trabajo de academia, una detallada bibliografía, casi otras diez páginas donde los autores y las obras consultadas, editorial, páginas, etc., nos vienen muy bien para ayuda de posibles futuros trabajos.
Y algo que por lo general no revelan algunos autores, Xavier García Barber sí lo hace, es revelar sus fuentes, tanto primarias como secundarias. Es decir, desde los archivos de grandes cerveceras, como puede ser Damm, a otros archivos de Comunidades Autónomas, asociaciones, bibliotecas y registro mercantiles; o bien en numerosos medios de comunicación, periódicos, revistas, almanaques, guías, gacetas, que están ahí, en sus correspondientes Hemerotecas y donde nos esperan para facilitarnos, si cabe, todavía más datos como los aquí tratados.
Enhorabuena pues, como decía en un principio, al autor, a la editorial, y a todos cuantos colaboraron para que el doctor García Barber haya conseguido, por fin, un libro de nuestras cervezas y en una época tan determinante. ¡Salud!
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miércoles, 11 de marzo de 2015

44ª entrega - CELCE Magazine · Nº 78 · Marzo 2015

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Cerveza INDIO, 120 años celebrando la diversidad de México se titula un libro que recibimos desde México, y el cual merece esta entrega monográfica. Tanto para corresponder con el detalle que han dedicado a nuestra sección, como por su interesante contenido. Deseo comentar el mismo, con el máximo detalle, toda vez que a los brewerianos de etiquetas les puede interesar; no obstante, ya están en la Red intercambiándose las mismas.
 
 El volumen ha sido editado por la revista Marvin, y son más de 190 páginas donde se explica un motivo bien curioso: celebrar los 120 años de la marca INDIO, desde que la cervecería Cuauhtémoc empezó a producir dicha cerveza. Si bien al principio, en 1893, el nombre de la sociedad era la propia razón comercial, el público la pedía como: “cerveza del indio” pues en sus etiquetas figuraba el último Emperador azteca Cuauthémoc. A partir de 1905 cambia su nombre por la actual Cerveza Indio, que produce el grupo cervecero Cuauhtémoc Moctezuma, S.A., integrado actualmente en la firma mundial de cervezas Heineken.

El origen de esta publicación, además de la susodicha celebración, viene a ser una demostración por el resultado del concurso que se convocó en el año 2013. Se publicó en diversos medios repartidos por los Estados Unidos Mexicanos, y la respuesta de concursantes fue masiva; se requería en los diseños de 120 etiquetas que las mismas dejaran constancia de las subculturas, pues no en balde a lo largo de los años éstas dejaron su huella, y cambiaron los rasgos mexicanos en diferentes aspectos sociales: moda, música, arte y diseño. Es decir, la cervecería original del siglo XIX se siente joven, y quiere estar muy cerca de la dichosa juventud. Felicitaciones.

 
 No cabe duda que es una atractiva edición, en tamaño cuadrado de 22x22 cm. El  índice hace de hilo conductor hacia el prólogo, con setenta y seis apartados en los cuales se publican las etiquetas ganadoras; a éstas le serían añadidos los textos y logo oficial que se proponía la cervecera en un “lienzo blanco” sobre el cual los diseñadores deberían aportar sus ideas creativas. Para utilizar las etiquetas ganadoras, se había previsto imprimir las necesarias para una producción de 100 millones de botellas, que se distribuyeron por el mercado entre los meses de agosto y diciembre de 2013. Según nos adentramos entre sus páginas, y utilizando unas secciones fijas, estandarizadas, en cada una de ellas se dedica un breve texto a un estilo, por ejemplo: rockero, con foto de personajes practicantes en dicha tendencia, un instrumento, añadiendo también un momento histórico –que puede remontarse a los años 80-, uno o dos modelos de etiquetas ganadoras, con el nombre y apellidos de sus autores (más su lugar de residencia) y una columna dedicada con nombre y apellidos; elijo la dedicada a Julio Chávez López, quien además de ser el responsable del levantamiento de Chalco, fue uno de los personajes prerrevolucionarios más importantes.
 

Como bien indicaban las bases del concurso, en todos los diseños debía aparecer el Emperador Cuauhtémoc, y de verdad que los diseñadores así lo respetaron. Pero tratando de reflejar la diversidad de culturas que han calado en el pueblo mexicano, dicha primera autoridad azteca puede aparecer con auriculares o luciendo zapatillas de playa; o rodeado de símbolos hippies, metaleros, góticos, punks, graffiteros, pop, anarquistas, pacifistas, psicodélicos, movimiento del 68, break dancers, bloggers, zapatistas, gansters, chicanos, etcétera. Ahora bien, desde este otro lado del charco, cuando menos, cabe alabar que todos, todos, todos los diseñadores que superaron la prueban, tienen en su mayoría un sentimiento orgulloso por su gran país. Los colores, según tonos y modelos que yo he podido apreciar en el Museo Nacional de Arqueología, en la capital azteca; dibujos según veo en la etiquetas, que me recuerdan mucho a los observados en cinco yacimientos arqueológicos recorridos merced un viaje familiar por México. Hay etiquetas que son auténticas filigranas, propias de los tiempos precolombinos, y conforme he llegado a observar personalmente allí se aprecian y las reconocen en lo más íntimo de su ser.

 

Adjunto algunas muestras de las etiquetas ganadoras, publicadas en este libro a tamaño 11x11 cm., según los temas presentados a concurso. Y también incluyo alguna de las mismas, pero ya con los textos legales como es norma de obligado cumplimiento por toda cervecera que se precie; más la observancia de las correspondientes normativas oficiales propias de cada país. Les puedo asegurar que he disfrutado mucho con este análisis. Hacerlo más extenso, nos llevaría a editar un número de esta revista casi al completo; sinceramente el tema lo merece, y la mimada edición de este libro también.
 

En las últimas páginas se incluye, con el buen gusto de la brevedad textual con que se ha editado el libro, la historia de la Cerveza e Indio; es decir, con la llegada de los españoles, y la autorización de Carlos V para fabricar la cerveza en México –su transporte desde la península la convertía en un brebaje difícil de gustar- más las complicaciones que hubieron de superar con el tiempo para conseguir cultivar lúpulo en aquel gran país.
 

A modo de conclusión, en sus últimas páginas, se explica cómo surgió llevar adelante la “Campaña de los 120 años”: Siempre nos ha gustado pensar que México es un país incluyente y tolerante con todo el poliedro socio cultural que le conforma, una amalgama de idiosincrasias, usos y costumbres que se revelan tan diferentes entre frontera y frontera y que, no obstante, son manifestación de un país joven y vibrante. Finalmente, son los productores, directores, actores, quienes extractan esos 120 años en música e imágenes, resumidas en dos artes para cuatro perspectivas de la diversidad: Desde ámbitos muy distintos y con perspectivas completamente subjetivas, se crearon piezas artísticas cuyo valor simbólico sintetiza el espíritu de la campaña celebrando la diversidad de México.

En resumen muy buena iniciativa comercial, y por la cual felicitamos desde esta orilla a sus promotores. Convendría tomar nota de estos detalles, pues las etiquetas ya se están revalorizando en los foros de Internet. Enhorabuena.