miércoles, 14 de diciembre de 2016

51ª entrega - CELCE Magazine · Nº 85 · Diciembre 2016

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Agradezco las felicitaciones recibidas por superar un número tan 
redondo de entregas para una sección que se debe, principalmente, 
a  los lectores de Celce Magazine y sus detalles otorgados a este 
comentarista.

Como en alguna ocasión anterior, en lugar de libros me inclino para el 
presente artículo por una publicación técnicamente cervecera y 
española. La revista trimestral CERVEZA Y MALTA se publica desde 
los primeros meses de 1964, después de un año de celebrarse la 
primera Asamblea Nacional de la Asociación de Técnicos de Cerveza 
y  Malta; de este organismo también surgió por ese mismo tiempo la 
Escuela Superior de Cerveza y Malta, con un merecido prestigio 
internacional donde acuden técnicos españoles y extranjero para realizar
importantes cursos de especialización.

Durante mi vida laboral en cervezas, la mayor parte en un departamento técnico, he 
conocido siempre esta publicación que les muestro. Además como una referencia de 
consultas por las investigaciones publicadas, que merecieron ser encuadernadas y 
disponibles para estudiar en el despacho del Director de Producción.

De los varios ejemplares que dispongo, porque durante un tiempo fui miembro asociado a 
dicho organismo, les muestro tres revistas. Pero me voy a detener en una que guardo con 
mucho afecto, del primer trimestre de 1987; en ese número 97 (año XXIV) conservo un 
amplio reportaje de todas las fábricas de cervezas que existían en España por esos años; 
no había medios informáticos como hoy, publicándose entonces datos y estadísticas
correspondientes a dichas empresas durante el año 1985.

Sus 120 páginas se editaban generalmente en blanco y negro, 
mientras que el soporte económico de la misma se lograba por 
inserción publicitaria, a todo color, de las grandes marcas 
proveedoras a los propios fabricantes de cerveza; también entraba 
como suscripción a dicha revista el estar afiliado en la A.E.T.C.M., 
más las correspondientes cuotas abonadas por las sociedades 
mercantiles del sector.

Revisando el sumario de entonces, siempre se incluía un Editorial y 
una crónica de la Asociación, para entrar a continuación en materia: 
Consideraciones sobre microbiología cervecera, la calidad de la 
gestión empresarial, herencia del contenido de gomas y de ciertos 
caracteres agronómicos en la cebada, la industria cervecera en España, estudio de la 
exactitud de la fórmula de Balling, comunicaciones de la Convención Europea de Cerveceros;
fábricas de cerveza en España, certámenes científicos, publicaciones técnicas 
y guía de proveedores. Muchos de estos artículos, por su vinculación a la rama de 
investigación científica que llevan adelante nuestras empresas cerveceras, necesariamente 
se publicaban en inglés también en CERVEZA  Y MALTA; es decir esta publicación además 
alcanzaba en su distribución a fábricas y organismos científicos cerveceros de todo el 
mundo.

En la revista de 1997, la publicación tenía 100 páginas con un sumario conteniendo catorce
secciones, mientras que en la publicación de 2003 se elevaban a 120 sus páginas y el 
sumario aumentaba a dieciséis secciones o apartados; en éste último colaboré con mis fotos
 de la 42ª Asamblea de la A.E.T.C.M. que se celebró en Madrid.
Sabe el lector de mi gusto por temas relacionados con la historia de nuestra industria 
cervecera, pues me quiero detener en la revista más antigua de las tres que les he citado.
Y en particular en un artículo titulado “La industria cervecera en España” que firmaba Antonio 
Trujillo García, en calidad de presidente A.N.F.A.C.E. (Asociación Nacional de Fabricantes 
de Cerveza). Su concienzudo estudio, después de tantos años, me parece un certero 
anticipo de cuanto llegó a consolidarse posteriormente con el desarrollo de nuestra industria 
cervecera.

Definía sus características fundamentales, dada la tradición de sus 
inicios, por estar localizadas en cuanto a fábricas y ventas en zonas 
de concentración urbana importantes; exotismo en un consumo que no 
penetraba en el tejido popular, pues se centraba especialmente en las 
capas burguesas y más culturizadas de la población, y se tendía a 
calificar como una bebida de temporada, propia de los meses de 
verano.

Si consideramos los años sesenta como una década del resurgir 
económico español, en 1960 se producían en España casi 3,5 
millones de hl; en 1970 esa cifra se multiplicó casi por cuatro: 12,3 
millones hl; en 1980 son 20 millones y se llega en 1985 a producir 
23.353.194 hl de cerveza. Se preguntaba el autor cuál era el detonante de ese giro 
copernicano al consumo de cerveza en España; seguidamente desarrollaba cuatro 
coordenadas que todavía hoy, en pleno siglo XXI, pueden servirnos de guía explicativa de 
este fenómeno:

a)    La naturaleza del producto.
b)    La transformación de España que pasaba de una geografía rural a una geografía urbana. 
c)     La influencia del factor precio. 
d)    Los niveles de crecimiento y distribución de la renta “per cápita”

Venía a significar, por tanto, que la cerveza era un producto natural; la industria cervecera en España
ha tenido una vocación local y regional, de tal modo que su desarrollo inicial fue en 
paralelo con el de las ciudades donde estaban ubicadas; su precio era tasado, es decir, no 
social, sino usurpado y fijado por la Administración; el impulso determinante sobre todo lo 
anterior lo constituía, sin duda, el trascendental crecimiento de la renta española en unos 
años decisivos que iban de 1955 a 1975. 

Para terminar, a modo de apunte curioso, después de más de 30 
años, dejaba anotado el autor que existían 18 malterías, adscritas, 
unidas o al servicio de los fabricantes de cerveza; de ellas 2 eran 
relativamente independientes. En cuanto a fábricas propiamente 
dichas, había 37 en el año 1985; éstas pertenecían a 23 sociedades 
o personas jurídicas titulares. Su concentración en producción era 
importante, ya que las 6 primeras (S. A. El Águila, Mahou, S.A., San 
Miguel, S.A., La Cruz del Campo, S.A., S.A. Damm y Unión 
Cervecera, S.A.) acaparaban el 75,88% del total, mientras que las 17 restantes
solo participaban en el 24,22% de la cerveza que se  producía en España.

Y no se equivocaba nada mi recordado autor, cuando vaticinaba en aquellos años ochenta 
que las opciones o alternativas de futuro en dicho sector pasaban por cuatro ejes de acción: 
Tecnificación creciente, mayor concentración, máxima diversificación y el buen desarrollo de 
una cultura del producto.

Desde estas líneas deseo a CERVEZA Y MALTA siga adelante muchos años más, como 
ejemplo documental de buena labor y saber hacer de los técnicos cerveceros españoles; no 
en balde su ciencia es la base de toda buena cerveza. ¡Salud!
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