jueves, 15 de diciembre de 2011

31ª entrega - CELCE Magazine Nº 65 Diciembre 2011

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Menos mal, pensé -cuando encontré La cerveza Manual de uso- este libro está hecho íntegramente en España. Además editado por EVEREST, S.A. con domicilio en León. Y he disfrutado de su lectura, pues no en balde tiene la colaboración –y se nota- de Cerveceros de España, Grupo Heineken España, S.A. Grupo Cervecero Alhambra, S.A.Damm, La Zaragozana, S.A. Sociedad Anónima del Fomento del Lúpulo, y el Grupo Modelo de México.

Si bien su autor, Pedro Plasencia Fernández, nacido en Cáceres, es jurista, también es crítico gastronómico. Colaborador habitual de la Revista Sobremesa, ha escrito diversos libros: ensayos sobre los vinos, la gastronomía en la conquista de las Indias, la mesa en la obra cumbre de Cervantes, y novela histórica como “El tiempo de los cerezos”

Este libro que les comento, entra dentro de la colección Grandes Manuales Everest, en el apartado de Gastronomía-Dieta y nutrición. Por ésto nos encontramos dicho ejemplar entre los anaqueles de Cocina, en buenas librerías. De ahí el consejo en portada, respecto a la cerveza: Conoce sus beneficios y aprende a degustarla sola o en deliciosas recetas. Entre sus más de 160 páginas, además de historia, materias primas, producción, etc., explica muy bien qué cervezas son de fermentación baja (12 marcas), alta (9) o espontánea (4). O cuáles son las claves para una correcta degustación: la vista (13 claves) y el gusto (14), aparte del olfato. También incluye un cuadrante que estimo de interés, pues trata veintiún estilos diferentes de cerveza, en cinco conceptos: fermentación, densidad/alcohol, el color, olor-sabor, y los ejemplos que se pueden encontrar según distintas marcas existentes en el mercado.

Incluye algunas combinaciones felices (13) con adecuados alimentos. Y al final, en lo que son propiamente recetas, relaciona diez platos, más siete combinados. Es de agradecer el pequeño diccionario detallado antes de finalizar; un rol de cincuenta y siete conceptos que sin duda nos ayudaran a resolver ciertas incógnitas curiosas, pues no en balde hay quien dice que todo esto es magia.

En este otro volumen, El Libro de la Cerveza, volvemos a la globalización. Se publicó en 2008, con su título original The Beer Book para todo el mercado del Reino Unido. En España su publicación la hizo posible Ediciones Akal, en 2009, aunque ha sido impreso en China. El editor jefe, Tim Hapson, reconoce que tiene el mejor trabajo del mundo: le pagan para beber cerveza. No en balde ha contado con doce colaboradores para escribir esta auténtica obra de referencia; se cita como el catálogo más amplio publicado hasta ese año, en lengua española, con una colección de fichas para más de 1.700 cervezas.

No es el libro de bolsillo que me gusta, compañero fiel de mis viajes en Metro, pues se trata de un volumen sólido, con más de trescientas páginas; propio para consultar en la biblioteca de casa, cuando apetece saber qué estilo de cerveza estamos consumiendo, o cómo catalogar otras extranjeras que podemos encontrar en los hiper y cervetecas. Sus editores dicen bien: “es una herramienta imprescindible para cualquier persona con inquietudes gastronómicas, que vea en la cerveza algo más que una simple bebida para quitar la sed”.

Trata de las más importantes cerveceras, contiene notas de degustación y una curiosa relación de visitas guiadas; si bien las citas alcanzan a todo el mundo, estima unos países clave por los que merece viajar para probar cervezas: Estados Unidos, y en Europa recomienda Alemania, Islas Británicas, Bélgica y la República Checa. En el primero la ruta de la cerveza nos lleva a Oregón, y en nuestro continente vamos a Bamberg, Cotswolds (U.K.) Bruselas y Praga. En esta misma proporción van los artículos dedicados a los grandes productores; en EE.UU. la Budweiser, y por nuestra zona del Mercado Común cita a Carlsberg, Anheuser-Bush (Stella Artois, en Bélgica) Sab Miller y Heineken.

En estas grandes obras, porque este libro lo es, España viene en el mismo apartado junto con Portugal, Malta, Chipre y Grecia. Las tres cervezas españolas, por las cuales “merece la pena viajar” son: ALHAMBRA, HEINEKEN ESPAÑA y DAMM; inserta una ficha de cada fabricante, y destaca las siguientes marcas: Alhambra Premium y Mezquita, Cruzcampo, Bock-Damm y Estrella Damm. Tenemos muchas más, es cierto; pero siendo imposible dar cabida a todas, lo cierto –me parece correcto- es que se debe felicitar a las escogidas. Figurar en un libro así les honra, y a nosotros como buenos clientes nos bendicen. ¡Salud!

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sábado, 3 de septiembre de 2011

30ª entrega - CELCE Magazine Nº 64 Septiembre 2011


De mi viaje por el hemisferio Sur, tomé nota de que Argentina es cinco veces más extensa si la comparaba con España. Como tal, supuse, el número de librerías y editores debería ser algo similar. Ciertamente, cuando quedaban mil kilómetros para llegar a la Antártida, en Ushuia, pequeña capital de Tierra de Fuego, encontré tres curiosas librerías; me atendieron de maravilla, con una calefacción a tope, empezando allí la primavera, pero tenía entre mis anaqueles los libros que pude consultar. Sería pues al regreso a Buenos Aires, en su famosa Librería El Ateneo, Avenida Santa Fe, 1860, donde pude localizar el siguiente ejemplar.

Las Mejores Recetas con Cerveza, es una edición realizada en este mundo global donde vivimos. Casi cien páginas diseñadas en Lincolnwood, del estado de Illinois (USA), en muy buen español que imprimen los industriales chinos; un atractivo contenido literario y gráfico, en el cual, además de las esperadas recetas, me encuentro una relación de cervezas: cinco del tipo Ale, donde recomiendan qué cocinado viene bien cuando se trata de una Pale Ale, Ámbar, Brown, Porter o Stout; cuatro del tipo Lagers, para utilizar en la cocina Pilsen, Bock, Lager Oscura o el Licor de Malta; más tres exóticas Cervezas de Fruta: Pêche Lambic (durazno/melocotón) Kriek Lambic o Framboise Lambic; y tres Ales Belgas: Strong Ale, Witbier y Dubbel o Tripel.

Conviene su autor, Louis Weber, que la cerveza, favorita de siempre, ya no es solo para beber. Recomienda disfrutar del atrevido y fuerte sabor de nuestra apreciada bebida, porque mejora sopas, salsas, pastas y panes. No en balde, en este libro que comento podemos encontrar más de cincuenta recetas; las merecemos usar en cualquier ocasión, desde la reunión para ver un evento deportivo o una cena en común. Si repasamos su portada, en sentido de las agujas del reloj, el primer plato es un Chili Durango (cocinado con cerveza Lager Oscura o Bock) después Nachos con Queso (con cerveza Pilsen) y por último Salchichas a la Cerveza (Ámbar) Para quienes somos más del cuchareo, me quedó con una “Sopa de Res con Cerveza” acordándome de Argentina, y para la merienda unos “Bocadillos de Frijoles con Cerveza”, de mi recordado México.

Normalmente las grandes librerías en Argentina, además de libros ofrecen el placer de poder leer, en un velador, consultando algún título; al tiempo de tomar una rica cerveza, un café, o degustar sus deliciosos platos en la comida, merienda o cena, entre diversas actividades culturales también. Así, en la Librería Cúspide, Avenida Florida, 628, muy cerca de Corrientes, encontré Cerveza Calidad, higiene y características nutricionales. Pero, porque siempre hay un pero, tampoco está editado en el país que me recibió; es un libro impreso en España, año 2003, por la Editorial ACRIBIA, S.A. de Zaragoza.

Ni que decir tiene, por cuanto puede interesar a maestros cerveceros o emprendedores en hacer su propia cerveza, que sería un libro para su delicia “técnica”. Este ejemplar viene del original inglés Beer, Quality, Safety and Nutritional, cuyos autores E. Denise Baxter y Paul S. Hughes, lo vieron publicado en 2001 desde Cambridge. La traducción al español, por parte Pascual López Lorenzo y Antonio Vercet Torno, es de agradecer; si bien no soy técnico ni científico en la materia, nos hacen atractiva tan compleja literatura y fórmulas.

Me confirman mi gusto por tomar cerveza en copa de cristal, porque así me percato de tres facetas en su calidad: espuma, color y transparencia. Soy contrario a degustar directamente de la lata o botella, pues el impacto visual puede ser secundario respecto al envase. Son más de ciento cincuenta páginas, repartiendo sus temas en seis capítulos que nos pueden ayudar a conocer los procesos del malteado y elaboración, importancia de los indicadores visuales, flavores (características sensoriales) determinantes en la calidad, conservación, detalles nutricionales, y los riesgos para seguridad alimentaria.

Ya digo, un ejemplar técnico por sus cuatro costados. Sin embargo me ha encantado el estudio dedicado a la espuma; algo que siempre he considerado de importancia a la hora de solicitar una caña de grifo, o servida de una fría botella, con sus dos dedos de cremosa espuma; estabilizada por la presencia de polipéctidos y de los ácidos amargos del lúpulo; ayuda a resistir los procesos de degradación, la oxidación del rubio caldo, aprovechando esa buena fuente de vitaminas que contiene la cerveza. Seguro que con un poco de práctica, el posible lector aprenderá a distinguir maltas, arroces, maíces, lúpulos y levaduras; si es posible, con buenos conocimientos de química, mejor que mejor. Salud.

sábado, 11 de junio de 2011

29ª entrega - CELCE Magazine Nº 63 Junio 2011

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En los nueve años que supero, cuando escribo este nuevo comentario para una sección tan particular, no había recibido publicación alguna dedica, en exclusiva, a la historia reciente de un establecimiento hostelero. La curiosidad viene a raíz del viaje que hicimos por la República de Argentina, siendo allí primavera y aquí el otoño de 2010. Durante mi periplo por ese gran país busqué libros, algo publicado en relación con el presente tema; poco encontré, según dejo para otro momento, pues ahora quiero resaltar estas Historias de “El Cairo”.

La publicación dedicada a dicho Bar-Café-Restaurante de Rosario, en Sarmiento y Santa Fe (según dicen allí indicando una esquina) relaciona EL Cairo con el antiguo Café Tortoni en Buenos Aires –que también conocimos- y rememora a nuestro clásico Café Gijón de Madrid. Esta descripción la llevaba yo como referencia, y uno de los puntos a visitar durante nuestra estancia a orillas en la capital del río Paraná. Puede suponer el lector mis buenas impresiones, cuando se tienen en las manos ciento veinticinco páginas, bien ilustradas; y la posibilidad de vivir de forma comparativa o activa, una visita en persona al comercio descrito.

Los autores del libro, Rafael Ielpi y Marcelo Menichetti, destacados periodistas locales, galardonados con diversos premios literarios a escala nacional, han realizado una exquisita labor de investigación. En su cronología de este café rosarino, fundado en 1943 y hasta nuestros días, han resumido más de sesenta años que supone una parte de esa vasta memoria colectiva social del local; algo propio según conforman sus parroquianos, ilustres o anónimos clientes que, en suma, junto a gerentes y mozos atendiendo mesas, han hecho posible la continuidad de un ambiente muy apreciado por los ciudadanos de Rosario; incluso viajeros de otro lugar, o extranjeros quienes como nosotros llegan para conocer El Cairo en la actualidad.

Evidentemente, durante tan dilatado período de tiempo, los autores nos relatan diferentes etapas de tan emblemático local en pleno centro rosarino. Su relación pormenorizada alcanza trece interesantes capítulos, donde algunos detalles escapan a quienes somos foráneos; no obstante sí aprecio que su leyenda es la vida misma de cuantos asistimos a este bar, cafetería o restaurante, dando forma nosotros mismos a las historias urbanas de un lugar impar. Como todo, El Cairo inicial tuvo su apogeo, luego su decadencia, y finalmente –ya cerrado- sufrió un incendio. Tal vez este triste acontecimiento hizo posible un milagro: Mario D’Agostino, antiguo cliente, busco socios capitalistas para resucitar el Resto-Bar, concediendo el proyecto a cuatro arquitectos amigos: Gustavo di Prinzio, Elisa Verdes, Juan Romano y Josefina Caprile; la gestión gastronómica recayó en los hermanos Aníbal y Rubén Díaz; entre todos, codo con codo, trabajo y esfuerzo, consiguieron abrir el bar un 22 de noviembre de 2004.

Y puedo confirmar el buen gusto del local, tanto en sus generosas dimensiones, con amplios ventanales a Sarmiento y Santa Fe, como en la entrañable decoración que hacen muy grata la estancia de tan numerosa clientela; sus variados ambientes, de lectura, de eventos musicales, culturales e intelectuales, hacen posible el disfrute de un rico café (Brasil está muy cerca), sus cervezas en envases de litro o servidas de “chopera” –nuestro apreciado grifo de cañas-, más la buena cocina que dispone, tanto a la carta como el menú rápido ejecutivo, asegura a quien visite El Cairo de muy gratos momentos inmerso en un buen ambiente; destaco también la amabilidad de camareras y camareros que atienden el servicio de mesa, pues la barra no se utiliza con esa asiduidad según tenemos por costumbre nosotros. E importante, muy buena relación calidad-precio-cantidad en sus menús.

No en balde transcribo de su publicidad: El Cairo Resto-Bar es “El Clásico” de nuestra ciudad, y referente indiscutido del querido “Negro” Fontanarrosa (acreditado autor local y humorista gráfico, ya fallecido, creador de tertulias en la Mesa de los Galanes) Su cocina gourmet abierta de 8 a 0 hs., sumado a la amplia variedad de espectáculos, música y eventos, lo convierten en un lugar increíblemente único.


Coincidimos en El Cairo, octubre de 2010, varios socios y amigos de Celce, una noche de remate a la Jornada Internacional de Intercambio que organizó el Club de Coleccionismo Colcer. Desde estas líneas, nuestra cordial felicitación y gratitud por las atenciones recibidas con tal de dedicarles este reportaje. Enhorabuena.

miércoles, 16 de marzo de 2011

28ª entrega - CELCE Magazine Nº 62 Marzo 2011

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Mi gratitud por delante, a editores y lectores de esta sección. Sigo recibiendo detalles curiosos, que no dejan –afortunadamente- de sorprenderme. Como les digo, cuando hace meses recibí un paquete, abro, y llega a mis manos un libro cuyo titulo Yo lloré con Terminator 2 (relatos de cerveza-ficción) no me negarán ustedes que se las trae. Me costó un poco la entrada, ese hincar el diente preciso para un posible lector, y no dejar a medias su lectura. El autor, Carlos Salem, nacido en Argentina, llegó a España por las puertas de Ceuta y Melilla, donde dirigió distintos periódicos. Son catorce relatos, publicados por Editorial Escalera (2009) de cómoda lectura; el ambiente se desarrolla –prácticamente- junto a la barra de un bar, donde el personaje central parece se confiesa al lector; su protagonista se declara predilecto de Mahou “la rubia más fiel que ha conocido”

De los catorce relatos, quiero destacar tres en concreto. El personaje creado por el autor, lo sitúa en ese ambiente noctívago, bohemio, melancólico; casi vencedor y casi siempre perdedor, cliente fijo de un local o bar privado. Sobre la barra surgen los pensamientos, comentarios y consultas con propios, extraños o inspectores de policía. “Cada verano la llevo a ver el mar”, es un relato crudo donde la confidencia que se hace al lector, lleva, finalmente, a aceptar la resolución tomada por el protagonista, más conocido por El Gato. “Si no contamos las palomas” es otra ficción de pesquisas policiales, que el sujeto principal sabe resolver sin moverse, prácticamente, de la barra del bar. “El albañil cósmico” tiene su enjundia, y una trama propia de esos ambientes, como bien saben describir los relatos detectivescos, pero puestos en escenas que nos resultan cercanas. Todos ellos, como dice el titular, son cuentos donde también participa la cerveza.

Con la literatura en inglés, siempre me encuentro ante otra prueba a superar. Este nuevo libro que me llega, cuyo autor es de origen irlandés -como viene a demostrar la pinta de cremosa cerveza Guinness, según foto de portada- ha contado con la traducción de José Manuel Álvarez Flórez, ayudado además por el prologuista de En Nadar-dos-pájaros, publicado en febrero de 2010 por Nórdica Libros. Su autor, Flann O’Brien (seudónimo de Brian O’Nolan, 1911-1966) lo recuerdo de un relato publicado en otra obra de un paisano suyo, Peter Haining, cuyo volumen “Beber para contarla” ya lo conocen nuestros lectores en mi entrega 27ª.

Sin duda no todos los oriundos de Irlanda beben, o pasan gran parte de su vida en el pub o tabernas del barrio. La cuestión, si se me permite, es que esos ambientes en Dublín, París, Roma o Madrid, siempre han dado mucho escenario e ideas para literatos u otros intelectuales de diferentes artes. Según voy entrando en su lectura, coincido en que nunca pasa nada en la novela; la tendencia de sus personajes es ver discurrir el tiempo desde la cama o bebiendo por diferentes locales; dicen que es un modo de protegerse de la realidad.

Este ejemplar que les comento, se publicó en 1939 y cosechó congratulaciones entre escritores de renombre. La novela tuvo que esperar hasta 1960, para alcanzar el éxito que esperaba su autor. Los más entendidos dicen se trata de una obra maestra no solo de la literatura irlandesa, sino de la literatura del siglo XX en general; por el contrario, un poeta galés señaló: “Este es justo el libro que uno puede regalar a su hermana si es una chica borracha, sucia y malhablada”; contradicción perpetua, dice un prologuista, pues de esos contrastes está construida la novela: narración oral y escritura; paganismo y cristianismo; vida y arte; juventud y vejez; bien y mal. En mi opinión, nada como una buena y cremosa pinta de cerveza negra para superar estas impresiones. Salud.
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