sábado, 10 de agosto de 2019

Lerma: 24 Edades del Hombre.

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No llevaba yo la cuenta de tantas exposiciones celebradas, pero me acuerdo muy bien de 
cuanto supuso una de sus ediciones en Ciudad Rodrigo, por el año 2006. Sí 
recuerdo aquellos reportajes de prensa citando las conversaciones iniciales entre el escritor 
José Jiménez Lozano, y el sacerdote José Eugenio Velicia Berzosa (1931-1997), ambos 
castellanos de pura cepa; reunidos junto al brasero, en torno a una mesa camilla que 
decíamos antaño, apuntaron cómo necesitaba Castilla y León darse a conocer entre tantos 
tesoros artísticos desperdigados por Catedrales, Iglesias, Monasterios, o sencillos 
conventos de clausura.









Y la verdad, acudir ahora a Lerma, junto a su hermosa vega del río Arlanza, me ha hecho 
revivir aquellos bonitos recuerdos de dos intelectuales batallando hasta convencer a todas 
las autoridades de Castilla y León, eclesiásticas o políticas, porque una manifestación así, 
“Las Edades del Hombre”, suponía realizar gran cantidad de trabajo en restauración, para 
dar a conocer muchas obras invisibles -como se dice ahora- que languidecían desde hacía 
siglos en un injustificado olvido. Seguramente que sus promotores ni tan siquiera podían 
imaginar que llegaría su sueño y cultos ideales, hasta donde han llegado hoy día.

Viajamos un par de días a los campos de Burgos, no sin cierta triste impresión al observar 
cómo Castilla La Vieja se despuebla. El moderno bus corre veloz por la autovía, mientras 
que a su lado se ven ruinas modernas, negocios abandonados, campos que cada vez van 
a menos, con la excepción del crecimiento visto en Aranda de Duero. Pero como pasa 
desde nuestros tiempos modernos, la concentración tiene esas consecuencias: mucho en 
algún punto, y en el resto nada. De ahí que la castellanía tan añorada por mí, no se 
manifieste ni influya en este gran país cuya virtud lingüística, el castellano, se hizo universal 
cuando decimos hablar en español muchos millones de personas.



En Lerma fuimos acogidos por una familia burgalesa, para de su mano recorrer las distintas 
sedes donde se celebra esta 24ª edición de “La Edades”. Con ellos visitamos tres sedes: 
Ermita de Nuestra Señora de la Piedad, Iglesia de San Pedro, y el Monasterio de la 
Ascensión de Nuestro Señor. Entre tantas obras expuestas, pudimos disfrutar del óleo 
procedente de Ciudad Rodrigo: “San Miguel Arcángel”, del Museo Diocesano en la vieja 
ciudad mitrada y propiedad del Seminario civitatense. El profesor Luis Javier Calvo Angulo 
es licenciado en Historia, y como tal nos hizo disfrutar de sus grandes conocimientos entre 
los tesoros del arte sacro que hemos tenido oportunidad de admirar en la Villa fundada por 
el Duque de Lerma, cuando era valido de Felipe III. También dada la amabilidad de nuestra 
amistad, nos llevó junto a su familia hasta la cercana Covarrubias, un oasis de verdor, agua 
y tranquilidad, cerca de Lerma, pero cuando llegamos estaban cerrando la Colegiata hasta 
donde se extiende mi comentada exposición de arte sacro. Nos habíamos dilatado en la 
sobremesa, según  nos recibieron, en la cercana Quintanilla de la Mata, nuestros 
anfitriones y sus familiares muy queridos.




Siempre recomendaré un tipo visita como les comento, muy breve dada la premura de 
tiempo que llevamos, pues me parece se hace uno solidario con estos tesoros que serían 
motivo de exposiciones mundiales si alguna de nuestras vecinas potencias europeas 
tuvieran algo semejante. De un viajero, con quien coincidimos en la estación lermense de 
autobuses, oí que ya se repetían mucho las obras expuestas, sus procedencias; aparte de 
estas modestas críticas, no le oí mencionar cómo se han restaurado los templos, sus 
distintos edificios, por cuyo lustre merece pagar el importe de una modesta entrada con tal 
de ver o admirar una restauración tan integral como hemos tenido oportunidad observar 
durante más de veinte años en distintas sedes donde se han celebrado “Las Edades”.

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